Desde mucho tiempo atrás el atractivo de las lomas capto la atención de la gente.
Gracias a nuestro ecosistema costero una vez más las zonas desérticas dejan sus colores grises y su condición árida, para darle oportunidad a que germine la vida, allá donde meses atrás no había nada, siendo esto casi un milagro de la naturaleza que nos muestra las lomas.
Desviándonos hacia el lado este a la altura del km. 105 de la Panamericana Norte, nos adentramos hacia Las lomas de Lachay, previo pago de S/5.00 Nuevos Soles por derecho de ingreso, por esta época del año aun nos muestra su esplendor (los meses apropiados son fines de agosto, setiembre y octubre), bosques reverdecidos bordean el camino que nos lleva al campamento principal, mientras los árboles que parecen acalambrados, torcidos por la humedad, van en aumento conforme nos vamos adentrando; en pocos minutos, luego de una vista impresionante de las laderas reverdecida llegamos al campamento central, lugar donde aparcan los vehículos, se encuentra el salón museo, el comedor campestre (donde por cierto debieran de poner más mesas y se debe de sembrar más árboles porque los pocos que hay no dan sombra) y otros servicios. Desde aquí se puede iniciar la caminata de exploración. Los caminos de las lomas hoy en día se encuentran debidamente demarcados y con señalizaciones para evitar que los visitantes puedan sufrir accidentes, dañar la vegetación o perderse. Se requiere tener un buen físico si se quiere tomar las rutas más largas como ir al Puquio, que es una pequeña filtración entre una quebrada, o seguir las rutas que te llevan a la cima de los cerros, la caminata demanda cierto esfuerzo, el mismo que es compensado con la vista impresionante de las lomas en toda su extensión. El paisaje desde la cima nos hace comprender porque este lugar desde mucho tiempo atrás llamo la atención de la gente, así por ejemplo se cuenta que en el año 1533 durante uno de los viajes de Hernando Pizarro, este se topó con la Loma de Lachay quedando encantado, tanto así que lo hizo su lugar de descanso en la época de la conquista. Yéndonos un poco más atrás en el tiempo, culturas como la Chavín, Tiahuanaco, Mochica, Chimú, Chancay y finalmente el imperio Incaico también llegaron hasta este lugar.
La vegetación de esta zona se alimenta de la humedad (neblina) propia de este particular ecosistema, teniendo su efecto solo hasta los 1000 metros de altura, pasado esta, la neblina ya no tiene efecto, esto sucede también con los cerros de Chancayllo (San Juan, San Cayetano , Candelaria), los cuales este año reverdecieron más que otros años, producto del fuerte invierno, haciendo que el paisaje luzca vistoso.
Hoy en día hay muchos paquetes turísticos en la capital que incluyen a las Lomas de Lachay en su itinerario, por encontrarse cerca. Aquí presentamos algunas imágenes de esta reserva natural que esta cerquita de nosotros, y que siempre será un regocijo para la vista, un escape a la nostalgia para los que solíamos ir en los viajes de excursión con el colegio, o con la familia, una sensación de libertad y calma para los que están aturdidos de tanta ciudad, un refugio natural al cual siempre es saludable visitar.
Campo de flores silvestres al ingresar a las lomas.
Camino bordeado por la vegetación.
Visitantes en uno de los miradores
El campamento de las Lomas de Lachay
Área del comedor, es necesario más mesas y árboles.
En el Campamento
Bosque de árboles torcidos
Vista panorámica del comedor.
Caminos delimitado que nos lleva al Puquio.
Cerros cubiertos por la vegetación.
Paisaje desde la cima de las Lomas.
Caminos delimitados en plena cima del cerro que bordea las lomas.
Las lomas en todo su esplendor.
Árboles de troncos torcidos producto de la humedad abundan en la zona mostrándonos un paisaje particular.
Vegetación se confunde con las grandes rocas.
Al fondo, comedor en la parte alta de las lomas.
El atardecer llega a las lomas, y es hora de retirarse.
