"El SOCIO", YA CASI 30 AÑOS EN EL NEGOCIO, MUCHAS GENERACIONES DE EX ALUNMOS HAN PASADO FRENTE A SU PUESTO

Un personaje de la época del cole

Es muy probable que muchos de los que estudiamos en el colegio Daniel A. Carrión de Chancayllo hayamos tenido las primeras lecciones prácticas de lo que es una actividad crediticia de la mano de “El Socio”. Fuimos muchos los que en la primaria formamos parte de esa lista de deudores recurrentes, que por la mañana teníamos que pagarle lo fiado el día anterior, para no terminar siendo sujetos no acreditables, y morir de hambre a la salida, cuando la propia no nos alcanzaba.

Han pasado aproximadamente 30 años y Clemente Dulanto Cotrina, más conocido como “El Socio” continúa vendiendo por estos lares, casi inalterable a pesar de los años transcurridos, aunque nos dice que de vez en cuando le vienen los achaques propios de la edad, los cuales los calma con hierbas curativas que para él son mas afectivas, por lo que siempre está pidiendo que le traigan platas de ortiga, hierba Luisa, altamiza, entre otros.

El socio, Tiene 73 años, es Chancayano de nacimiento y por entera convicción, nació un 21(hoy) de noviembre de 1937, es soltero, vive con sus sobrinas en Chancay quienes siempre lo apoyan. Su día de trabajo empieza muy temprano a las 4:30 am. hora en la que sale de su casa y se viene a Chancayllo, tarda hasta las 7:00 am. para armar su puesto. Son principalmente los alumnos de primaria su público consumidor, aun lleva una lista de deudores, aunque ahora son pocos, 15 aproximadamente, antes eran casi 60, o más, siempre chicos de primaria porque los de secundaria eran muy escurridizos. Cuando no está atendiendo, está leyendo el periódico, o está durmiendo sentado, o está dándoles comida a unas palomas que llegan frente a su puesto. Se retira a las 2:00 pm. aunque se demora una hora más en desarmar su puesto. En verano trabaja en la playa de Chacra Y Mar en la tienda de una sobrina. Incansable el Socio.

Anteriormente trabajó en la fábrica pesquera Ex Marítima, luego en las bolichearas, se retiro luego por problemas en los huesos debido al frio. Llego casi de casualidad a Chancayllo luego que su cuñado, quien vendía por un breve tiempo frente al colegio viajo, por lo que él se quedo en ese lugar, fue comprando más golosinas e implemento el pequeño negocio, que con el tiempo le fue resultando rentable.

Sin embargo los tiempos han cambiado y el negocio ha bajado mucho, recuerda que la mejor época fue en los 80s, cuando vendía revistas. Historietas como, Kaliman, Condorito, Batman, La Bruja Hermelinda, entre otros, eran los que volaban en ventas, incluso le hacían pedidos con días de anticipación. Las novelas no se quedaban atrás, las señoras se las llevaban por tomos, cree que con la llegada de la energía eléctrica a Chancayllo bajo la demanda de estas últimas. Posteriormente las historietas también dejaron de venderse afectando considerablemente el negocio. Lamentablemente el fenómeno del bajo consumo de revistas de historietas en los últimos años se ha presentado por todos lados, esto debido a que se ha hecho más fácil el acceso a otros medios de comunicación y de entretenimiento,(tv, videojuegos, internet.), generándose un cambio en los intereses recreacionales de los jóvenes.

Hoy El Socio es ya un personaje reconocido y saludado por las distintas generaciones de ex alumnos que ha visto pasar, muchas veces tiene que hacer un esfuerzo para reconocerlos cuando lo saludan por la calle porque son tantos. Nos cuenta que incluso aquellos que ya no frecuentan Chancayllo o están fuera del país, cuando vuelven se han acercado a saludarlo y eso le da satisfacción, también nos dice que estará en el negocio hasta que el cuerpo le dé; sin duda aun tiene para rato. Si tienen una deuda con El Socio, paguen que aun guarda las listas de deudores, pueden terminar en INFOCOR.

 El Socio alimentando a las palomas que llegan cada mañana a su puesto.

 El Socio en su negocio, sacando cuentas, por estos tiempos el negocio ha bajado.

Aquí chequeando la lista de deudores.

Estas son algunas de las historietas que vendía El Socio, muchos las leíamos, cuando no había internet, cable, o energía eléctrica, solo una infancia ávida de historias.

Cuantas generaciones de alumnos habrán pasado frente al puesto del Socio, sin duda muchas.